Aporofobia ha sido la palabra del año 2017 elegida por la Fundación del Español Urgente, Fundéu, promovida por la Agencia Efe y BBVA.
Refleja una situación vieja como el tiempo, “rechazo, aversión, temor y desprecio hacia el pobre, hacia el desamparado que, al menos en apariencia, no puede devolver nada bueno a cambio”, describe Adela Cortina Orts, filósofa de la Universidad de Valencia que ha utilizado el neologismo en numerosas ocasiones y que explica en su libro “Aporofobia, el rechazo al pobre. Un desafío para la democracia”, editado por Paidós en mayo de 2017.
Y al darle nombre visibiliza una realidad cotidiana, innegable, “un atentado diario, casi invisible, contra la dignidad, el bienser y el bienestar de las personas concretas hacia las que se dirige”.
Y en una sociedad que se habla en exceso de fobias, manifiesta, lo cierto es que “existen, son patologías sociales y precisan diagnóstico y terapia. Porque acabar con estas fobias es una exigencia del respeto, no a <<la dignidad humana>>, que es una abstracción sin rostro visible, sino a las personas concretas, que son las que tienen dignidad, y no un simple precio”.
En nuestra experiencia de una década saliendo a la calle hemos escuchado cómo se sienten invisibles, rostros que se vuelven, personas que cambian de acera y muchos etcéteras que nos hacen pensar en quiénes son los verdaderos pobres….y en esa reflexión Carles siente que el odio a la gente que vive en la calle parece estar creciendo brutalmente, lo que le parece tristísimo. Nunca imaginó llegar a la situación en que se encuentra y hoy lo vive en primera persona. Más triste aún…

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